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La ciudad del revés. Un particular modo de ver las cosas

 

Desde que el homo sapiens prefirió agruparse e inventar un ecosistema artificial para vivir, poco ha evolucionado el modo en que miramos el lugar donde vivimos: la ciudad. El que fue primer presidente de la Unesco en 1946, Julián Huxley, insistió en que: “[…] más pronto que tarde [había que] abandonar el sistema basado en el incremento artificial de los deseos del hombre y comenzar por construir uno dirigido a satisfacer cualitativamente las auténticas necesidades humanas […]”.
 

A pesar de que hoy en día, todavía, son muchos los que no reconocen la necesidad de incorporar el arte en todo ámbito de la vida humana, con el presente proyecto:
La ciudad del revés. Un particular modo de ver las cosas, queremos darle prioridad frente a los requerimientos económicos o industriales bajo los que han sido creadas la mayoría de las ciudades. Con nuestra particular visión de mirar la ciudad de Sevilla, pretendemos mostrar un nuevo modelo que afronte el difícil equilibrio entre lo imprescindible y lo necesario.

 

La ciudad es el resultado de una rica diversidad de capas de naturaleza, capas complejas e interrelacionadas. Para poder entender esta amalgama de cuestiones debemos indagar en una caduca yuxtaposición de historias, de vivencias, de sensaciones, de recuerdos, de acciones, de nombres, de construcciones, de demoliciones, de vacíos, de silencios. Con La ciudad del revés. Un particular modo de ver las cosas se pretende llevar a cabo una especie de catalogación de todos estos y otros muchos aspectos, pero que, en definitiva, son una única cosa, la propia génesis del lugar, de la capital hispalense.


Existen diferentes formas de mirar una ciudad, pero antes de estar preparado para apreciarla de un modo diverso, tal y como afirmó en su día el periodista Fernando Jaúregui: “es necesario mirar hacia delante, pretender ver el futuro reclama entender el presente y para entenderlo es imprescindible conocer nuestro pasado”.
 

Nos alejaremos de los diseños urbanísticos para centrarnos en el plano artístico, aunque, a decir verdad, estos dos aspectos deberían ir siempre de la mano, impidiendo de este modo el abandono de la bondad de lo colectivo para refugiarse en el seno individual y lo privativo.

 
Para evitar este endémico suceso tenemos que aprender a ver las cualidades que nos ofrecen nuestras ciudades como un lugar de encuentro y de puro aprendizaje. Ejercitar una visión desde una perspectiva más vanguardista.

Un buen punto de partida sería empezar a prestar especial interés a aquellos aspectos endóticos, a aquello que sentimos familiar o cercano y que nos resulta común, habitual, de toda la vida. Cada vez más, nuestra atención se aleja de lo invisible para centrarnos en lo superficial y exótico o nuevo. Deforma casi obsesiva calculamos lo histórico, lo revelador y dejamos de lado lo verdaderamente esencial.

 

Hemos aprendido a no saber mirar a aquellas pequeñas vicisitudes e infraordinarias que componen nuestra forma de ser, nuestra esencia, nuestro Yo, nuestro hábitat. Inconmensurables pequeñas cosas, lugares especiales, historias íntimas, son ahora únicamente elementos interferentes que ralentizan nuestro nuevo modo de vida frenético y sin sustancia, a pesar de que habitamos sobre un gigantesco palimpsesto repleto de genomas.


Hurgar en sus subsiguientes capas (reformas, demoliciones, nuevas construcciones, grietas, desconchones, ruinas, abandonos, materiales, etc.) es hablar del hábitat. En definitiva, se trata de examinar lo que realmente proviene de dentro y que hemos ignorado, interrogándonos, a su vez, lo que parece haber dejado de sorprendernos, aquello que Victor Hugo reclamaba asegurando que “solo dentro de uno mismo hay que mirar el afuera” (2010).

Para aprobar una de las asignaturas pendientes actuales, Gropius veía conveniente empezar enseñando a los niños a aprender a conocer su hábitat, la ciudad. El objetivo de ello era “dominar la complejidad de sus capas, [ellos] sabrán desmontar y montar su juguete más preciado, la ciudad dela convivencia” (Junquera, n. d.).


La ciudad del revés. Un particular modo de ver las cosas es un acercamiento personal y social con la responsabilidad de plantear una particular forma de mirar la ciudad de Sevilla, de habitar deforma artística un determinado espacio de tiempo surtido de tiempos pasados.

Seleccionaremos diferentes puntos tras una exhaustiva exploración del estado de sus construcciones, de sus solares, de sus jardines, de sus plazas, de su mobiliario urbano, etc., para abordar la obra desde varias disciplinas que se funden (cerámica, grabado, escultura, performance e instalación),con el único objetivo de ofrecer una mirada curiosa sobre aquello que ya no miramos, y que pretendemos rescatar y dignificar como elemento esencial del propio lugar.


Buscaremos vincular a las personas de la ciudad con una mirada local y humana. Que su población conecte con la ciudad de una forma más amable para mejorar los espacios públicos y la convivencia. Solo entendemos Sevilla desde la diversidad.


Con nuestro proyecto proponemos mirar una ciudad de grandes artistas desde una perspectiva diferente, como hemos comentado en párrafos anteriores, con un lenguaje basado en la observación de lo invisible (ser invisible no significa que no exista). Del mismo modo que en materia musical los silencios son la ausencia del sonido y muy importantes para componer la melodía, pasa en cerámica o en escultura con los vacíos o en grabado con los blancos.


A través de un conjunto de 6 esculturas de dimensiones diferentes que rondan entre los 20 y 70centímetros aproximadamente, podremos ver partes de la ciudad del revés, es decir, el negativo delas cosas. Estas, surgirán de un proceso a caballo entre el grabado y la técnica para la obtención de moldes. Dichos resultados serán elementos fundamentales para poder reconocer los espacios vistos desde otra perspectiva. Además, con la ayuda de la parte cartográfica, expondremos múltiples historias y subjetividades foráneas.


Desde hace siglos, existe la necesidad humana de entender y representar el entorno. Para lograr conocer la realidad en que vive el ser humano se ha encargado de cartografiar el mundo. “Los mapas son la herramienta que representa y traduce todo tipo de territorios físicos y psíquicos, permitiendo organizar la realidad y mostrarla para su mejor comprensión” (Andana, n. d.).


La parte más documental y fotográfica del proyecto y que acompañará siempre a la pieza artística, la llevaremos a cabo elaborando un mapeado de la localidad, con los escenarios seleccionados para la creación del conjunto cerámico-escultórico e instalativo, a partir de lo invisible. Los puntos elegidos para representar lo invisible tendrán en común la propia idiosincrasia del lugar, el contacto y las formas de vida de sus vecinos.


En un mapa aparece siempre aquello visitable, tangible, visible, pero ¿Dónde está lo invisible? Quealgunas cosas sean invisibles no significa que no existan. Por primera vez, se creará un mapa deSevilla que ubica elementos etéreos y captados con la ayuda de la cerámica y los diferentes procesosde manufactura, de decoración y de montaje. Quedarán plasmadas así, las formas, las texturas, losrelieves, las imperfecciones, todo aquello que revela un modo de vida, una moda, un estilo, unestatus, pero a la inversa. Se trata de un modo original y único de apreciarlo. Veremos diferentespuntos de la ciudad desde otra dimensión, desde el negativo, del revés.

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